

María Luisa Bastos Rostan
LAS PITANGAS
Una pareja de benteveos
hizo su nido en el pitanguero.
Cuando amanece, los bichos feos
son todo gritos y aleteos.
Comen pitanga todo el día
siempre escuchamos su algarabía
¿Viniste al pueblo gaucho gritón?
¿Es que ya tienes jubilación?
Y comen todos, aves del cielo
y hasta los bichos de mal agüero.
Algunos niños trepan gozosos
a este árbol tan generoso.
Y los insectos chupan voraces,
niños y bichos se hacen rapaces.
Dulce pitanga, maná del cielo
tiñe la cara de los chicuelos
y hasta las aves del gallinero
-que son los Lázaros- comen del suelo.
Sacian su hambre con alegría
grandes y chicos en armonía.
Fruta silvestre, es una fiesta
esta cosecha que no indigesta.
Es un ejemplo a los humanos
compartir todo como hermanos
es una fiesta de paz y gozo
en este árbol tan dadivoso.
Agradeciendo tanta abundancia
cantan las aves gran alabanza.
¿Y los cristianos agradecemos
el alimento que nos comemos?
¿Agradecemos al Dios del cielo
y lo alabamos con tanto celo?
Se abren debajo del pitanguero
flores de calas en los canteros
y en esas copas veo las pitangas
que en su descuido, el viento arranca
y el vino agreste, dulce ambrosía
es una rara Eucaristía.